El mar amaneció calmado, calmadísimo para mi gusto, la marea muy baja y la playa casi seca, tanto que las gaviotas se agolpaban en los bancos a 20 o 30 metros mar adentro a comer pulgas y otros bichos. Por el extremo de la playa, la corriente de entrada dejaba un ancho canal entre el banco y la orilla por donde fluía el agua hacia el resto de la playa, saliendo luego con fuerza por el otro extremo.
La entrada al canal estaba conformada por rocas dispersas y una serie de pozones que la corriente socava en el fondo, donde generalmente se ocultan los lenguados durante la bajamar, eran para estos las condiciones ideales, salvo que en invierno el lenguado parece desaparecer o es más difícil de encontrar, al menos en grandes cantidades.